jueves, junio 26, 2014

El Tribunal de Cuentas y la "vocación familiar"


La explicación dada por el presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón María Álvarez de Miranda García, a la información de que el catorce por ciento de los setecientos empleados de esa entidad, institución, o lo que sea, podría entenderse como “vocación familiar”, es la más extravagante escuchada hasta ahora de boca de un alto funcionario, o político, o lo que sea también.
Es, además de extravagante, una tomadura de pelo, un insulto a la inteligencia de la ciudadanía, por muy bajo que fuera el coeficiente intelectual de la misma, ya colectivo, ya individual.
O sea, que según el hijo de Fernando Álvarez de Miranda (político y defensor del pueblo), los hijos de las familias que trabajan en esa institución, desde pequeñitos, cuando les preguntan que van a ser de mayores, responden “empleados del Tribunal de Cuentas”, así, en general, porque según se ve en el árbol genealógico de la familia institucional, trabajan tanto de ujieres, como de economistas, informáticos (al parecer sin tener la titulación suficiente), señoras de la limpieza, telefonistas, etc. Quiere esto decir, que lo que llevan en los genes no es tal o cual predisposición a determinadas materias, tampoco lo que viven en casa de cada cual es el amor al Derecho, o a hacer fotocopias. Eso que portan en la sangre los hijos de los empleados del Tribunal de Cuentas es, precisamente, el amor a la institución, lo que les conduce a ser, de mayores, miembros de él.
A no ser que Álvarez de Miranda se refiera a otro tipo de familia, la explicación no cuela ni en las mascotas de los españoles. La otra familia ya es otra cosa, lo decía Corleone en El padrino, la familia es lo primero, un hombre que no ama a su familia, no es hombre, y cosas así.
Aquello que los ciudadanos pensantes –cada día más- nos preguntamos es cómo ese tribunal puede fiscalizar nada del sector público, si su propia casa es un espacio con más enchufes que mesas. Además de que, aquello que fiscaliza, tarda años en analizarlo y emitir dictamen.
Lo anterior nos lleva a otra reflexión. Si se hicieran otros árboles genealógicos similares al de éste, y se cruzaran los datos, tal vez veríamos las relaciones, también familiares, entre unas instituciones y otras. Entonces, cómo agredir a la familia hermana, si ya se sabe cómo acaban estas cosas, lo dejó filmado Coppola en sus películas.
Una vez más, el Cuarto Poder desentraña un entramado que todos desconocíamos, aunque decir que nos ha extrañado sería falso. Cada día la radio nos despierta con uno o varios nuevos escándalos que no sabemos si son fruto del duermevela hasta que los ratificamos abriendo el ordenador o conectando la televisión (no todos los canales, los de la extrema derecha tienen suficiente con Podemos y el chavismo, tan pesaditos ellos, que acabarán consiguiendo lo contrario de lo que pretenden).
Entre enchufismo, miles de personas en comisión de servicios durante años sin que la plaza salga nunca a concurso público, prevaricaciones, blanqueo de capitales, malversación de fondos públicos, y un tan largo etcétera que da pereza hasta escribirlo, los jueces tienen trabajo para siglos, además de la necesidad de aguantar al ministro de la competencia más soberbio, altivo e impertinente que se ha conocido, por cierto, hijo también de político.
Va a ser verdad lo de la familia y la familia. Porque lo de ser pobre y pringado también es de familia (no de familia), y cada año que pasa crece y abonece como los pulgones en los huertos.


martes, junio 10, 2014

Redención Blanco. Buen viaje, Reden

Foto: Julián G. de la Mata
Redención Blanco Arribas, Reden, falleció hace unos días. Había fundado una asociación que lleva su nombre, en mayúsculas, REDENCIÓN, para dar cobijo a los animales que sus desaprensivos amos abandonan. Se conoce que encontró más gratitud en ellos que en algunas personas, y no le faltaba razón. Hacía por ellos todo lo necesario, buscaba donde hubiera. Recuerdo que hace unos quince años encontramos, abandonados en el monte de las Ánimas,  una camada de perrillos mastines. Se los llevamos y vio el cielo abierto, pues al regalarlos, los receptores seguro que iban a ser generosos y proporcionarían comida para sus otros pobres animales sin pedigrí.
Se la veía subir desde la finca de San Polo –en los últimos años ya no- caminando con cierta dificultad, siempre sonriente y amable.
Redención era, en sí misma, un personaje. No necesitaba aditamentos, dejó la ONG REDENCIÓN, que presidía, en funcionamiento, pero hay que decir que el pintor Ulises Blanco era su único hermano. Y era hija de Manuel Blanco Sampedro, fotógrafo, hombre de quien, a decir de sus conocidos, le adornaban grandes virtudes humanas, austero, y cenetista, uno de los fundadores de la CNT en Soria, cuyo órgano de difusión TRABAJO, dirigió durante un tiempo. Y, curiosamente, a decir de los encargados de informar a la Falange, un hombre de “conducta moral, pública y privada intachable”. Pese a eso, fue asesinado la noche del 16 al 17 de agosto de 1936, contra las tapias del cementerio de Soria, junto a Anastasio Vitoria (alcalde de Ágreda), y al doctor Gaya Tovar, entre otros. Tenía cuarenta años.
Nunca hizo su hija bandera de este hecho tristísimo e injusto, criminal. Si guardó rencor, no lo dijo. Pero lo que sí sabemos, porque participó en una jornada sobre la Memoria Histórica, y porque en alguna ocasión habló del tema, es que su vida y la de su familia, fue dura, muy dura. Al hecho del asesinato del padre, hay que añadir que se le hizo expediente de responsabilidades políticas, le fueron embargados todos sus bienes, entre ellos, el material fotográfico. Ignoramos si también en el caso de la familia Blanco, como en la de Apolinar Garijo, de Almazán, las imágenes que tomaron a lo largo de años, fueron expoliadas y tomadas como propias.
Ella sabía quiénes la habían dejado huérfana, a veces les vería pasar cerca. Una vida dura que Redención Blanco supo llevar con dignidad, convertir el odio en amor hacia unos seres indefensos que dependían de ella y de algunas personas, pocas, que le ayudaban en la tarea.
Parte de sus cenizas serán depositadas en el lugar donde su padre y otros infortunados compañeros perdieron la vida, se la arrebataron. Permanecen, como cientos de sorianos, sin exhumar, sin lápida, sin saber el lugar exacto donde poder dejar unas margaritas.

Reden se ha ido, pero si es cierto eso de que somos aquello que hacemos, ella se habrá marchado satisfecha de haber entregado su vida a los demás, en su caso, a animalillos desprotegidos.