jueves, diciembre 31, 2009

Petra, el ball de bot, y Miquel Femenías










Qui s’enamora no es cansa
si viu amb l’opinió
que després d’una maror
sol venir una bonança.
(Trozo de letra de un ball de bot)

Petra es un pueblo de algo más de dos mil setecientos habitantes, situado en el Pla de Mallorca. De su importante actividad cerealística, pueden verse las siluetas redondas de los molinos de viento. Magnífica es la iglesia de San Pedro, levantada sobre un viejo templo románico, de cuando el gran Conquistador, Jaime I, se hizo con las Baleares. De sus cruces de término, dos son góticas.



Todo ello, y mucho más: la llanura, la sierra de Tramontana y el caserío del que destaca la iglesia, pueden contemplarse desde el lugar más importante para los petrencs, el Puig de Bonany, a 317 metros de altitud. Un santuario corona el Puig, y flanquean el camino pinos, acebuches, romeros, brezos y otras plantas que, tal vez endémicas de Baleares, no reconozco.



En Petra nació Miquel Josep Serra i Ferrer, conocido como el beato fray Junípero Serra (Petra, 1713-Monterrey-California, 1784). Antes de conseguir renombre universal, conoció las primeras letras en el convento franciscano de San Bernardino, de Petra. Muy joven marchó a Palma donde, tras hacerse religioso de la orden de San Francisco, fue doctor en Filosofía y Teología, y ocupó la cátedra de Teología Escotista en la Universidad Luliana de Palma. Se le haría pequeño el mundo al frater, porque llegó a fundar misiones que luego se convertirían en las grandes ciudades norteamericanas como San Francisco, Sacramento, Los Ángeles y San Diego, entre otras.



A este importante personaje, le han dedicado en Petra su casa natal, restaurada, conservando en ella todo lo relacionado con tan ilustre persona, y muy cerca, una casa-museo que desde 1959 fundaron los Amigos de fray Junípero Serra. Además de guardarle fiesta el tercer domingo de septiembre.



En Petra nació también una persona, no por menos universal, menos querido en su entorno. Se llama Miquel Femenías, aunque es más conocido como Miquel Manyo. Va a cumplir 76 años y hoy, 31 de diciembre, hace 47 años que se casó con Catalina Rosselló, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, Margalida y Tomeu.



El nombre de Miquel Manyo está unido, desde hace 55 años, al ball de bot, primero en la Rondalla Es Pla y, cuando ésta desapareció, en el grupo el Puig de Bonany.



El ball de bot, o tradicional, o popular, es propio de Mallorca. En tiempos se improvisaba, tanto en la danza como en el canto, pero en la actualidad está más reglamentado. Se trata de una serie de bailes como los boleros (nada que ver con los que conocemos por tales), jotas, fandangos (también en el resto de España) copeos y mateixes. Todos ellos acompañados por bajo, bandurria, laúd, guitarra, violín, xeremía, tambor, zambomba, fobiol y clarinete.



Los componentes del grupo van ataviados de forma muy llamativa, como puede verse en las fotos: calzones anchos, faja de lana o algodón los hombres, y falda larga y ancha, de tejidos vistosos y coloristas, las mujeres.



De esta forma se visten Miquel Manyo y su nieta Alexandra, para bailar en Petra o en cualquier otro lugar donde la presencia del grupo es requerida. Es costumbre que los padres inicien a las hijas en el ball, y después, los abuelos a las nietas. Miquel bailaba con Margalida primero, y ahora lo hace con la preciosa Alexandra, siempre haciendo chocar las castañuelas y cantando las letras de los balls.



Ver bailar a abuelo y nieta es algo impresionante. Tomeu me consiguió un CD de la Televisión Local de Petra (gracias), donde puede verse a los dos, incansables. Miquel rodeando desde el aire, sin tocarla, a Alexandra, como protegiéndola y guiándola a la vez, mientras la niña, seria y responsable, sigue los consejos intuidos del padrí. Parecen dos brazadas de plumas volando, impresión que se rompe cuando Miquel deja caer los pies, seguros, firmes y jóvenes, sobre el tablado.



Los títulos más representativos de los bailes mallorquines son: Mateixa des Puig de Bonany, Parado de Valldemossa, Sant Antoni, Jota de Sant Joan, Ses vermadors, Copeo de Muntanya, Es cambuix, Mateixa bunyolina, Jota de Petra, Ball de sa neu, Jota marinera, S’Escandalari, Copeo matancer, Jota dels enamorats, Mateixa de primavera, Bolero mallorquí y Jota mallorquina.

martes, diciembre 08, 2009

MAI NO MORIRÀS, GILGAMESH!



Muchas formas pueden utilizarse para contar una epopeya. Desde la pura y dura, basada en la documentación de primera mano –casi siempre inexistente-, hasta la narración familiar, íntima, a veces al calor de la lumbre. La del mítico Gilgamesh, el semidiós que quiso ser enterrado debajo del río Éufrates, el soberano de Uruk, permite esta última modalidad.
No es al amor de la lumbre exactamente, pero sí en la soledad de una habitación de hospital donde, Pere Morey, el autor de esta novela, sitúa el escenario para que un abuelo –Enric Gil Games- vaya contando a su nieto Bernat la historia, el camino, la leyenda, de su homónimo Gilgamesh.
El abuelo, con el corazón muy enfermo, le cuenta la leyenda poco a poco, por prescripción de su médico-hija, Catalina, lo que le permite reservar fuerzas para, antes de dormir, recordar una vida intensa, un camino que en parte se asimila al de Gilgamesh y su amigo Endiku. Él también gozó de la amistad de otro valiente, Lluc. Juntos, durante la guerra y más tarde en el Maquis, buscaban, como el soberano de Uruk, la sabiduría, la eternidad. Comprendieron que ésta se consigue, en cierto modo, con las obras, con los hechos, transmitiéndolos. No en vano, la epopeya de Gilgamesh, todavía, dos mil quinientos años después, se conoce. Su protagonista, como dice Pere Morey, nunca morirá.
Tampoco lo hará el abuelo Enric, al menos en muchos años, como le promete Bernat, quien contará su historia a toda la descendencia que llegue a conocer.
Más interesante, por cercana, es la historia real que el abuelo recuerda cada noche antes de dormir. Su huida de Mallorca, por la segunda boca de las Coves del Drac hasta el gran lago, seguidos por la Guardia Civil. Una huida angustiosa que recuerda el viaje de Gilgamesh en busca de Utana para que le explicara el secreto de la inmortalidad.
O el amor que sentía por su esposa griega Irene, la madre de su hija y abuela de Bernat, muerta muy joven, que recuerda la Siduri de Gilgamesh, personaje que, según me confesó Pere, es su preferido. Sus amantes, Pirea entre ellas, que proporciona una sorpresa casi al final de los recuerdos de Enric, cuando años después, ya jubilado, vuelve para visitar los lugares de aquella etapa difícil y dura de su vida.
De esta hermosa publicación, llevada a cabo por Editorial Moll, con dos ediciones y otra, la primera, corregida y aumentada, ha editado una Guía Didáctica y un cuaderno para la enseñanza, la Consellería d’Educació i Cultura del Govern de les Illes Balears. Es una buena forma para acercar a los niños a las grandes epopeyas y a la Historia, sin que lo sientan como un castigo.
He tenido el placer de conocer al autor y pasear con él, y otros mallorquines, Soria. La ternura y sensibilidad que rezuma MAI NO MORIRÀS, GILGAMESH!, es una fiel reflejo de la personalidad de Pere Morey.

viernes, diciembre 04, 2009

Josep Estelrich i Costa


Miscel.lània homenatge
a Josep Estelrich i Costa
Editors: Joan Font i Roig, Joan Moratinos Jaume
Climent Picornell Bauzà y Joan Bauçà I Barceló
Monografies santjoaneras, 20
Sant Joan 2009

Los miembros del Col.lectiu Teranyines se han unido para homenajear a don Josep Estelrich i Costa, don Pep, como se le conoce popularmente. Este colectivo, de Sant Joan (Mallorca), tiene como fin estudiar la historia y la cultura de este pueblo de algo más de mil seiscientos habitantes, situado en el Pla mallorquín, de donde es oriundo el personaje homenajeado.

Estelrich, el mayor de siete hermanos, nació en el año 1922 y toda su vida ha estado dedicada a la Iglesia. Desde niño ingresó en la Escolanía de Lluc, y a partir de ahí su curriculum como sacerdote es tan intenso y largo como su propia vida. Su andadura personal ha demostrado que en muchas ocasiones las jerarquías van por un camino y las personas por otro, por mucho que esto don Pep tal vez lo negaría. La vida de este sacerdote ha sido de compromiso social, sobre todo en su faceta de director de la Residencia Sant Pere, para jóvenes obreros y estudiantes, y también de compromiso con la tierra y la lengua de la isla que le vio nacer.

Su labor como investigador histórico es monumental. Por ello ha recibido varios premios: el Bartomeu Oliver, otorgado por la Obra Cultural Balear; el diploma de socio de honor de la Societat Arqueològica Lul.liana; y el premio Jaume II del Consell Insular de Mallorca, en reconocimiento a una labor intensa de investigación, y también por todo su trabajo sobre la figura, la obra y el patrimonio del padre Rafel Ginard. Don Pep fue el fundador del Col.lectiu Teranyines, que con esta publicación le rinde homenaje. Tal vez su trabajo más largo e intenso haya sido la catalogación del archivo del monasterio de Santa Elisabet de Palma, de donde fue capellán y sobre el que escribió su historia.

Destacada ha sido también su colaboración con el grupo de investigación Jaume IV, creado para la búsqueda de documentos y de los restos mortales de los últimos componentes de la dinastía mallorquina, de la que es miembro, y para la que ha transcrito numerosos documentos.

Ha sentido pasión por la naturaleza y el excursionismo, lo que demuestra el gran número de fotografías vestido para la ocasión, y caminando por las sierras altas y escarpadas de las sierras mallorquinas. Cada año celebraba la misa de Sant Bernat de Menthon, patrón de los excursionistas.

Cuarenta y tres artículos y más de cincuenta historiadores y amigos de don Pep, se reúnen en esta publicación para homenajear a don Josep Estelrich i Costa. Unos temas son históricos, otros versan sobre tradiciones y cultura, algunos religiosos, en fin, 660 páginas intensas, con ilustraciones, donde destaca la parte destinada a dar a conocer los recuerdos, vivencias y testimonios de aquellos que le conocen bien.

Felicidades don Pep