miércoles, abril 22, 2009

Gallarón, una taberna auténtica en Soria


Estaba una ya preocupada, pues aparte de “Vinos Lázaro”, en pleno Collado, no queda en Soria ningún establecimiento digno de llamarse taberna. Nada queda de todas aquellas que han recordado y descrito –muy bien por cierto- mis amigos Manolo Martínez y Joaquín Alcalde. Pues bien, desde hace un tiempo, poco, el Gallarón, ese establecimiento emblemático, próximo a la Colegiata de San Pedro, del cual pensábamos, al jubilarse su propietario, que se convertiría en un bar bien repleto de espejos y niquelados, cuando no en un montón de ruinas, ha tomado un rumbo inesperado con sus nuevos gerentes.
Han mantenido la propia cantina, la barra más “adornada”, con picatostes para los desayunos hechos a la antigua, o sea, pan remojado en un poco de agua con una pizca de sal, frito, y salpicado de azúcar. Han instalado unos biombos, unas mesas, creo que conté siete, y ofrecen un yantar como los cánones mandan, o sea, con sustancia. Un menú que cambia según mercado o lo que mande la despensa, compuesto por unos diez primeros y otros tantos segundos y postres. Unos menús acordes con la clientela, trabajadores de la zona que se dan prisa para acabar las reformas para las Edades del Hombre, más los clientes asiduos.
Contundentes patatas con carne, arroz a la cubana, sopa de cocido, pasta a la carbonara, o el más ligero pisto, espárragos o tomate a la Navarra. El típico bistec, el pollo asado o hamburguesas, boquerones, calamares o sardinas, somarrillo a la piedra… y los postres variados y caseros algunos, recomendable el pan de Calatrava. Y todo ello, asómbrense, por ocho euros cubierto.
El vino del menú, naturalmente, es corriente y moliente, pero tienen otros que se pueden demandar con un coste añadido. El orujo, como el resto, para estómagos preparados. Un consejillo, nada más, servir el vino en frascas.
Una taberna con olor a guisos caseros y conversaciones de gente currante, un establecimiento como debe ser y como se echaba en falta en Soria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias a Isabel por traernos este artículo y gracias a quienes regentan el Gallarón. Por haber vivido en la calle Real durante parte de mi infancia y de la juventud, conocía este bar que también hacía de tienda donde nuestra madre nos mandaba en verano a comprar la gaseosa que venía en botellas de cristal y tapón de porcelana que se abría con un artilugio metálico. Gaseosas de a 2,40 (pesetas)en aquellos años sesenta. Es una buena noticia, sin duda, que el Gallarón mantenga un modo de hacer ya prácticamente desaparecido. Lo tendré en cuenta cuando vaya por Soria.
Manuel de Soria.