domingo, marzo 22, 2009

El Pla Caufec



Hace unos días, paseando con María Luisa por la que fuera villa de Sants hasta final del siglo XIX, cuando uniría su destino al de Barcelona, convirtiéndose en un Barrio de la ciudad Condal, entramos a la Ciudad Invisible, una cooperativa autogestionaria donde se venden libros, camisetas, CD’s y otros materiales no susceptibles de fachismo. Allí van formando un archivo de tinte libertario y unos carteles del mismo cariz. Tanto en la Ciudad Invisible como, días antes, en el Pabellón de la República, sito entre la Vall d’Hebrón y el Carmel, barrio que hiciera famoso Juan Marsé, encontramos fotocopias de la documentación del Archivo libertario Teresa Claramunt, que custodian en Manzanares (Soria).

En la Ciudad Invisible cogimos todo aquello impreso que ofrecen este tipo de establecimientos, comprometidos con lo que significa justicia social, como La Burxa y un folleto donde se podía ver una torre de Esplugues de Llobregat y la leyenda. “3 dies a les tres torres, 10 dies de pressó”.

Con rapidez se percibe que el tema va de especulación urbanística, pero a lo grande, y que está relacionado con la ya conocida, por la publicidad, Porta Barcelona y el Pla Caufec, donde están implicados la flor y nata de la especulación nacional. Se trata de 40 hectáreas entre los barrios de Can Viladet y Finestrelles, en la localidad de Esplugues de Llobregat, en las estribaciones de la sierra de Collserola.

Este proyecto de la familia Sanahuja, que comprende viviendas de lujo, dos rascacielos, un centro comercial y a saber cuántos proyectos más, como todo, gusta a unos y a otros no. Entre las razones de los que se oponen, aparece una que resulta importante, y es la carestía de la vivienda en Esplugues (creo que la primera o la segunda más cara de Catalunya), y la casi total ausencia de viviendas sociales.

Entre las acciones que vienen llevando a cabo, durante los últimos años, aparece una espectacular, y es la “estancia” de tres jóvenes, durante tres días, colgados de uno de los tres edificios más altos –hasta ahora- de Esplugues, conocidos como las Tres Torres. Una forma como otra de protestar, a lo que suponemos tendrán derecho aquellos que no estén de acuerdo con el plan. Esto sucedía en mayo del año 2007. La multa impuesta por la jueza Paula Pérez, fue de veinte días a tres euros diarios, 60 euros por persona colgada. Uno de los jóvenes se ha negado a pagar, a aceptar un arresto domiciliario y a realizar trabajos forzosos, es decir, se declaró insumiso, y el Juzgado decretó su ingreso en prisión durante diez días. De no hacerlo voluntariamente, desde el 9 de este mes de marzo, se encontrará en busca y captura.

La disidencia cuesta cara. Existen dos alternativas: callar o silencio. Como se puede leer en el impreso que nos ocupa, un mosso, en una acción contra el Pla Caufet, lo dejó claro: “para haceros callar tenemos dos armas: la pistola y el bolígrafo”, el segundo para poner multas.

No olvidemos que estos proyectos megalómanos, auspiciados por familias cuyo único fervor es el dinero, arrase a quien arrase, con la ayuda del sistema financiero y de los que se han dejado comprar, son los que nos han llevado hacia donde estamos aquí y ahora.