jueves, septiembre 27, 2007

Los norteamericanos dan lecciones

El pasado lunes, 24 de septiembre, viendo las noticias de la tarde –las de Iñaki Gabilondo, por supuesto- me quedé perpleja por el recibimiento que en la Universidad de Columbia le dieron a Mahmud Ahmadineyad (he tenido que bajar a comprarme un periódico para escribir bien el nombre, en Creixell no tengo Internet).
Ese recibimiento me parece muy bien, cada uno se manifiesta como quiere, y el elemento este iraní, con sus jueguecitos nucleares, su negación del Holocausto (que es delito en algunos países) y su necesidad de hacer desaparecer a Israel, se lo merece. Para mí los países musulmanes, todas las religiones integristas, y su mundo de velos, rezos, santos, crucificados y demás, carece de interés. Este desinterés no es despectivo, sencillamente los míos van por otros derroteros muy alejados de dictaduras, salmos, obispos propietarios de medios de comunicación y rosarios.
Pero digo yo que al dirigente este le habrán invitado, no habrá impuesto su presencia, y la presentación que de él hizo el rector fue digna de un cafre. El presidente de la Universidad de Columbia, Lee Bollinger, le llamó dictador cruel, mezquino y ridículo, entre otras lindezas, mientras el otro aguantaba el tipo sonriendo. Naturalmente, esto no se lo hubiera dicho en Irán, ahí sí que hubiera tenido mérito.
Quiero creer que Bollinger está también en contra de la política de su país, porque si no fuera sí, el cinismo de este presidente de la Universidad de Columbia sería de los que hacen época.
Quiero creer que Bollinger está en contra de la pena de muerte en algunos de los estados de EE.UU, en demasiados. Que lucha contra en racismo cuasi institucionalizado. Que va a ir a colaborar, con sus propias manos, en la destrucción del muro entre su país y Méjico. Que va a propiciar una plataforma –como ya que se está llevando a cabo en España para juzgar a Aznar- para que Bush acabe con sus huesos en la cárcel. Que se va a cargar a algún hideputa del Ku-Kus-Klan. Que va a coger al bobo peligroso este de Bush por los huevos para que se vayan de Irak. En fin, le supongo un auténtico luchador por las libertades humanas.
¿Tendrán la cara tan dura de dar lecciones? Pues sí, la tienen.

¿Derecha necesaria?

El pasado martes, día 25, Miguel Ángel Aguilar firmaba en El País la columna “El PP necesario”. Sigo a este magnífico periodista y me doy cuenta de que en este caso no utiliza la finísima ironía que le caracteriza.
Aguilar, como buen moderado de izquierdas, correcto ciudadano y analista político, está convencido, en compañía de muchos más, que la derecha es necesaria. Yo creo que no, y tampoco la izquierda, ni el centro, ni los partidos políticos. Aunque bien es cierto que de todos, el que me sobra por completo es precisamente la derecha. Pero comprendo que la sociedad está montada así (y gracias, porque hasta hace poco sólo era posible contar con la derecha y la derecha) y lo otro es una quimera.
Ya que parece ser que la existencia de la derecha es inevitable, particularmente preferiría que no cambiara, porque el cambio sería un barniz para engañar, un revestirse con piel de cordero para cazarlos. En esto opino como con la Iglesia, nada de modernizarse, nada de que los curas se casen, nada de dar entrada a las mujeres, que siga como está a ver si de una vez los fieles –o católicos de boquilla- se dan cuenta de que no se puede seguir apoyando estas actitudes.
Dice Miguel Ángel Aguilar que deberían quitarse de encima a Acebes, Zaplana y la COPE. Estupendo, no verles más la cara a unos ni escuchar la voz a los otros ya sería una buena terapia, una limpieza necesaria, para empezar.
Y esos perfiles que debería copiar el PP de la derecha “que rehusó el confesionalismo religioso, que aprobó la Ley del Divorcio…”. ¡Claro! Eran los primeros años de la Gloriosa Transición, era necesario contentar a los españoles que se habían pasado años luchando por las libertades, por si acaso a algún juez -¡esto sí que es ironía! la Justicia de aquellos años- se proponía enjuiciarles y hacerles pasar unos años entre rejas.
Esta derecha de ahora, treinta y dos años después, es la derecha, la que ha sido siempre. No hay más que pensar un poco, sólo un poco. Pero si resulta más fácil hay que echar un vistazo, de vez en cuando, al periódico DIAGONAL –los pobres se las ven y se las desean para seguir adelante- eso por no escribir de otros más incorrectos políticamente hablando.
Ahí se enterarán, por ejemplo, que la mujer de Alcaraz Martos –el de la Asociación Víctimas del Terrorismo- se presentó en Jaén por el PP. Que en la última asamblea de la asociación, se cambiaron los estatutos para que los miembros de la asociación puedan militar en partidos políticos y ostentar cargos públicos. En una portada de este periódico, aparecía la foto de Alcaraz estrechando la mano de Ynestrillas.
Entre DIAGONAL e Internet, puedo uno saber quienes forman una parte de la derecha. Internet: foto de Gonzalo Peña Gumuzio, secretario de la organización de Falange Vasca y tercer cabeza de lista del PP en Gorliz (Bizcaia). En la foto con camisa azul.
Internet: Santiago Fontenla, director de minutodigital.com compañero o casado con Yolanda Couceiro Morin, coordinadora de la platadorma España y Libertad, contraria a dar voto a los inmigrantes. Fontenla dejó la militancia activa en Falange por enfrentamiento con el actual jefe José Fernando Cantalapiedra. Minutodigital organizó una conferencia a la que asistieron Santiago Fontenla, José Alcaraz y Gotzone Mora.
Más fotos en DIAGONAL. Esperanza Aguirre con Yolanda Couceiro. Francisco José Alcaraz Martos con Yolanda Couceiro. Yolanga Couceiro con Aznar.
¡Esta es nuestra derecha! Yo creo que la derecha que le gustaría a Miguel Ángel Aguilar sería buena –o menos mala- para todos. Pero hay lo que hay, aunque también haya demócratas de verdad. Esos han de arrinconar hasta empujarles a la mar a los otros, pero que se barnicen no, por favor.

lunes, septiembre 17, 2007

La Ciudad del Medio Ambiente de Soria, otra vez

El PSOE de Soria está dispuesto a gastar el dinero que sea necesario para que el recurso ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de la Ciudad del Medio Ambiente continúe su curso, según he podido leer en Heraldo de Soria digital. De momento, este alto tribunal ha admitido el recurso. No sé si esto es lo habitual, o ya, en sí mismo, es una buena noticia.
Para mí lo mejor de esto es que las acciones legales que se vayan a llevar a cabo, desde el Partido Socialista, será con dinero de ellos, y no del contribuyente, algo poco frecuente, por no decir inédito, en el mundo de la política de este país. Claro que la Junta lo hará con el nuestro. Caballerosamente, deberían hacerlo con los fondos del Partido Popular. Cuestión de estilo y equilibrio de fuerzas.
No sé si servirá de algo, si evitará que esa ciudad medioambiental –término eufemístico para nombrar una urbanización de lujo- se construya a la orilla del Duero, creo que no y que, finalmente, la derecha, como casi siempre en la Historia, se saldrá con la suya.
El problema de todas las partitocracias es que los políticos están firmemente convencidos de que las personas que les votan les otorgan el poder para que hagan lo que les dé la gana, y eso no es –no debería- ser así. Determinadas decisiones deben ser consensuadas por los que les votan, por los que lo hacen a otro partido, por los que se abstienen y por los que no quieren saber nada del tinglado que se han montado y que tanto les cuesta soltar.
Todavía no se han enterado que están –en el nivel que sea- para administrar, fundamentalmente, y para propiciar la convivencia evitando las injusticias. En el caso del poder municipal, como aquel que dice, mantener la casa limpia y habitable. Desde luego, lo que la mayoría política en un ayuntamiento no puede hacer es mantener pulsos con el resto de las fuerzas políticas que representan, también, a los ciudadanos. ¿Que la cosa se pone difícil desde la administración local porque pueden ganar las siguientes elecciones otro partido? Pues nada, se hace una Ley desde instancias superiores, y arreglado.
¿Cuestión de soberbia, de dinero, de otros intereses…? No se sabe, tal vez de todo junto o solamente de cojones.

miércoles, septiembre 05, 2007

En la muerte de Umbral

Es la hora de las alabanzas. Umbral ha muerto y sus colegas, aunque en vida –y en la intimidad- le hayan puesto a parir, cuando ya su pluma no es competencia, le dedican obituarios resaltando sus virtudes literarias. Las otras, las personales, si no las hay, se las inventan, y los defectillos los tratan con la benevolencia propia que otorga el adiós para siempre.
A mí Umbral no me gustaba. Supongo que es cierto eso de que escribía muy bien, pero me sucedía con él como con Cela, me es imposible separar la persona del escritor. Eso no debería ocurrir, pero tanto uno como el otro crearon el personaje para que se tuviera en cuenta, para que acompañara por siempre a su literatura, y lo consiguieron.
Supongo –se le notaba- que detrás de Umbral había un Francisco Pérez solitario y sólo, marcado por la infancia y todo eso que sucede a tantas personas. Él disfrazó la marca de esa infancia y en lugar de hacerlo de seriedad –no digo ya solemnidad- lo hizo de mala leche, frivolidad y soberbia, no puedo precisar en qué proporción porque no le conocía, ni tampoco me interesa demasiado.
Como mujer no puedo entender que se utilicen embozos dolorosos para las mujeres que han acompañado su vida y les han dado todo, renunciando a sus propios intereses, aficiones e ilusiones. Lo grave es que no se han quedado en embozos, ha sido –tanto en Umbral como en Cela- una forma de vivir, llegando, en el caso del último, a abandonar a su mujer de toda la vida, a la que le debía buena parte de lo que era, por una exlolita hortera. Umbral no lo hizo nunca, pero contaba con pelos y señales sus ligues, fueran reales o soñados.
Y es que eso vende, no calibro bien a quién, pero vende. La honestidad y seriedad de la vida privada de Delibes, por ejemplo, o de Juan Marsé, se considera sosa, no llega ni a lolitas que se desbragarían ante cualquier saco de grasa, ni a señoras insatisfechas que harían lo propio sólo por darse el gustazo de comentar con sus amigas que se han tirado a cualquier esperpento que escribe en el periódico y es muy famoso.
Después dejan detrás a sus viudas, algunas secuestradas por el síndrome de Estocolmo y otras respirando hondo. Recuerdo a Ivonne Hortet, la viuda de Carlos Barral, una señora como la copa de un pino, a quien sus hijos adoran porque la habían visto sufrir el ego del cónyuge.
Mis respetos a ella, a María España, al recuerdo de Rosario Conde, y tantas otras que han soportado lo indecible en aras de sus geniales consortes.